2 de enero de 2021

Desigualdad social en Brasil, prácticas del siglo XIX en pleno 2020

(Sociedad) - “¿Usted sabe con quién está hablando?”: la brecha social se profundiza en un Brasil atravesado por la pandemia Muchos sectores de poder quieren mantener privilegios. ¿Prácticas del siglo XIX en pleno 2020?

Desigualdad social en Brasil
Un padre con su hijo en la favela de Santa Marta, en Río de Janeiro. La desigualdad social en Brasil es un rasgo estructural. Foto: REUTERS

Por Marcia Carmo
Publicado el 01/01/2021 en Clarín.com

En Brasil, la pandemia ha puesto a la luz un dicho que es parte de la vida cotidiana y motivo de investigación antropológica. La frase puede no significar mucho en español, pero es muy clara en portugués. Es sinónimo de poder, jerarquía, diploma universitario y arrogancia: “¿Usted sabe con quién está hablando?” ("Você sabe com quem está falando?").

El que escucha la pregunta, ya sea un fiscal, un policía o un mozo, puede sentirse intimidado con el poder y la influencia que dice tener el autor de la frase. En la práctica, la actitud relacionada con el dicho también puede abrir la puerta para los privilegios.

Prácticas de la época de la esclavitud

Autor del libro ‘Que hace a brasil, Brasil?’ (‘O que faz o brasil, Brasil?’), el antropólogo brasileño Roberto DaMatta es un reconocido especialista en la identidad brasileña. En este fin de año de 2020, en medio de una serie de historias que involucran la polémica frase, DaMatta volvió a presentar su libro “Você sabe com quem está falando?”.

Es un análisis sobre como se mantienen aún hoy los rasgos de comportamiento de los tiempos del Imperio (1808-1889). “Un autoritarismo profundo, un fantasma inconsciente que forma parte de nuestra cultura. Y la frase ‘você sabe com quem está falando’ es mucho más común y frecuente de lo que se imagina y no sólo en el mundo de los jueces”, dijo DaMatta.

En la visión del estudioso allí están implícitos el autoritarismo, la injusticia y la Desigualdad social en Brasil. Es como si la Republica, que nació después de la caída del Imperio, en 1889, aún no pudiera eliminar las costumbres de los años de la Corona y de la esclavitud.

Pero en la era de los videos y de las redes sociales, mucho de este imperialismo, de ostentación del status viene siendo denunciado. En julio de este año de pandemia, cuando fue abordado por un policía que le pidió, con educación, que usara el barbijo como prevención contra el coronavirus, un juez se comunicó telefónicamente con la autoridad máxima de seguridad del gobierno de Santos, en San Pablo. Y dijo que estaba siendo interpelado por un “analfabeto”.

Para mostrar que él era más educado que el policía, el juez hablo no sólo en portugués, sino también en francés. Una curiosa sofisticación para mostrar autoridad y su supuesta superioridad con el funcionario que trataba solo de hacerle cumplir las reglas. Buscaba mostrar que merecía respeto porque era altamente educado y políglota.

Es llamativo que un país que tiene la cultura de mirar al futuro y no al pasado, como dijo el sociólogo Darcy Ribeiro, mantenga comportamientos tan arraigados, ya sea en Brasilia, en San Pablo, en Rio de Janeiro o en cualquier otro punto de Brasil.

Cuestión de "clase", desigualdad social en Brasil

Muchas otras historias se revelaron en la pandemia. En julio, en un bar de Barra da Tijuca, en Rio, una pareja rechazó la orientación de un funcionario de la salud pública que les solicitó que se pusiesen barbijo. El fiscal de la salud les explicó la importancia de la protección en un lugar donde había mucha gente. Y trató al hombre de ‘ciudadano’ y ante eso la mujer reaccionó: “No es ciudadano, es ingeniero civil y mejor que vos”. Un diplomado: “Sabe com quem você está falando?”.

El video fue transmitido en uno de los programas más populares de TV Globo, Fantástico. DaMatta dice que hay una actitud aristocrática que interfiere en la democracia y en la igualdad social. Una vez, a fines de los años 80, cuando trabajaba para la revista Veja, pasamos varios días en un country en Barra da Tijuca donde vivía un empresario de la música que había sido secuestrado.

La seguridad frente a la casa del empresario impedía la entrada de cualquier persona. Hasta que mi jefe, por curiosidad, llegó al local, y me dijo, venga conmigo. Se acercó al guardia en la puerta de la casa, presentó su tarjeta, sin darle casi tiempo al tipo de leerla, y entramos. Le pregunté que había dicho y me contestó: “Le dije con autoridad que necesitaba entrar y que él me abrirá el portón. Y él me respetó”.

El año termina con otras historias menos comprensibles de Brasil. En la última semana de 2020, el presidente Jair Bolsonaro abrazó a seguidores otra vez sin barbijo. Hay críticas por la falta de claridad sobre la vacunación en el país y hasta cerca del riesgo de que falten no solo las vacunas, sino también jeringas, por ejemplo.

Para impacto general, también en la misma semana, Bolsonaro ha puesto en duda que la ex presidente Dilma Rousseff haya sido torturada durante la dictadura militar brasileña (1964-1985). La declaración recibió el rechazo inmediato de los ex mandatarios Fernando Henrique Cardoso y Luiz Inácio Lula da Silva.

"Dicen que Dilma fue torturada y que le fracturaron la mandíbula. Espero todavía la radiografía para ver si eso ocurrió. Hasta el día de hoy estoy esperando la radiografía", afirmó el presidente brasileño, defensor de aquellos tiempos crueles. Hay mucho para ser estudiado en el comportamiento heredado del brasileño. Pero, hay actitudes aún más difíciles de comprender en el presente.

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